No nos queríamos quedar en la teoría, y después de publicar hace unos días un post sobre el significado de la palabra brevet, acudimos a la cita de Puertollano organizada por el Club Ciclista Caminos y Cañadas.

Estamos bastante acostumbrados a las marchas de montaña y los eventos de cicloturismo, casi todas con participaciones multitudinarias, y también acudimos con frecuencia a citas o quedadas de unos cuantos amigos; el brevet del sábado me recordó más este último tipo de encuentros, aun sin conocer, previamente, al resto de ciclistas.

Al empezar a rodar juntos rápidamente nos hicieron sentirnos integrados en el grupo, muy cómodos. Lo cierto es que, para eso, tuvieron que pasar cerca de 40 kilómetros; justo cuando íbamos a comenzar el brevet, observé que tenía la tarjeta que había que ir sellando en la furgoneta, volvemos por ella (sin avisar a nadie) con idea de cogerles en un momento, pero entre las dudas en los cruces y que mi compañero pinchó cuando ya veíamos al pelotón, tardamos esos 40 km en alcanzarles, con el resultante calentón. Si algo es poco recomendable en estos recorridos es salir así (ver sexto mandamiento del cicloturista).

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El resto del brevet nos lo tomamos con bastante filosofía y disfrutando del camino, todo un espectáculo. Nos habíamos hecho a la idea de un recorrido llano, y en eso, para bien o para mal, también erramos. Sin tener que superar grandes puertos, la marcha estaba salpicada de bastantes dificultades orográficas, subidas tendidas que había que tomarse con calma, teniendo en cuenta la distancia total de 208 kilómetros.

tarjeta_brevetDespués de Alamillo, población donde habría que sellar en el bar restaurante Romero (y de paso tomarse el correspondiente cafetito), circulamos por una hermosa zona montañosa con una carretera bien asfaltada y unas maravillosas vistas, estábamos acercándonos a Los Pedroches, comarca cordobesa al norte de esta provincia. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto del recorrido, el lugar invita a la observación y a la respiración profunda.  Las dehesas de encinares, verdes por estas fechas, rodean el territorio, ocupado también por una variada fauna: cerdos ibéricos engordando plácidamente a la sombra de las encinas, caballos refrescándose en las charcas, ganado ovino merino, vacuno, diferentes tipos de aves rapaces, cigüeñas, etc.

Después de pasar por Azuel  cogimos la N-420 que nos llevaría de vuelta a Puertollano, pero antes de eso, tendríamos que volver a sellar en Fuencaliente, donde haríamos la parada más duradera en el bar De Marcos, con la grata compañía de la mayoría de los participantes del brevet. Un buen bocadillo y el correspondiente refresco cargaría nuestras pilas para cubrir los casi 60 km que restaban para terminar el evento y para afrontar dos pequeños puertos, uno de ellos por segunda vez en el día y, lógicamente por su cara contraría.

Después de más de 9 horas estábamos de vuelta en Puertollano, dispuestos a colocar el último de los sellos en el bar El Bomba, punto habitual de encuentro del club de donde habíamos salido poco después de las 8 de la mañana. Sólo quedaba ya comentar la jugada con unos cuantos supervivientes del evento, unas cuantas risas, las fotos de rigor y vuelta a Madrid. En definitiva, un día muy largo y vital al 100%, muy recomendable, nosotros seguro que volvemos a reunirnos con los colegas del Club Ciclista Caminos y Cañadas.

Fotos: Álex Quiterio