Parece que ya está todo inventado, y que no hay nuevos formatos posibles relacionados con la bicicleta, pero nada más lejos de la realidad. Es un placer conocer y disfrutar nuevas actividades, como la de los amigos de Karacol de este pasado fin de semana.

 El viernes por la tarde nos desplazamos al municipio abulense de La Adrada para pasar el fin de semana, aprovechando las actividades propuestas por el Karacol Bike Festival y el clima tan propicio en estas fechas. Nada más llegar dimos una vuelta por el recinto, que no conocíamos (Paraiso del Tietar)  y quedamos gratamente sorprendidos por el lugar y por el montaje que los colegas de la madrileña tienda de Karacol habían preparado para esta primera edición ¡enhorabuena! Seguramente esperábamos la habitual sucesión de stands, pero esto era algo bien diferente, con grandes espacios y zonas verdes disponibles para la promoción de cada uno de los expositores. Tanto es así, que incluso hubo sitio en el mismo lugar para improvisar el sábado a la tarde “carreras” por mangas con las llamativas bicicletas plegables que allí mismo tenían (para pruebas) la gente de Dahon y Brompton, nada serio, por puro divertimento.

 

El sábado por la mañana vimos partir a algunos amigos “carreteros” dispuestos a realizar un bonito y asequible recorrido en buena compañía, y por lo que nos cuentan, lo pasaron muy bien.

Más tarde llegó el momento de recorrer los diferentes espacios comerciales de las marcas, saludar a la gente del sector y, también, de probar alguna que otra nueva bicicleta, en un entorno especialmente pensado para ello. Los niños tampoco tuvieron tiempo de aburrirse, pues para ellos se había dispuesto un amplio programa de entretenimiento que nos dejó a todos encantados 🙂

 

Por la tarde, la organización nos propuso una inusual vuelta por el municipio de La Adrada con las bicicletas plegables, y de nuevo nos sumamos, viendo que las risas estaban aseguradas; tampoco esta vez nos defraudaron, algunos hasta lucieron sus mejores galas.

Sin tiempo para parar apenas, nos retiramos pronto a reposar pensando en lo que nos esperaba el domingo, fácil cuatro horitas del mejor mountain bike, conociendo todo lo que la zona, a priori,  nos ofrecía.

 

El domingo nos levantamos prontito y preparamos toda la “artillería”. Esta vez fue algo inusual, no sólo tuve que preparar mi máquina, en esta ocasión había programa familiar y nos habiamos traído el vehículo hasta arriba de bicis y equipamiento ciclista. Qué conste que yo no había obligado a nadie, pero parece que ver como disfrutamos está resultando contagioso.

 

De los “madriles” llegaron también una docena de colegas de RED CICLISTA que, claro,  no se iban a perder algo así. Los que llevan menos tiempo de práctica ciclistica hicieron la marcha de 50 kms que parecieron más que suficientes y, los más “egoístas”, sumamos otros 25 kms para disfrutar de la larga subida al reventón (el nombre lo dice todo) y la posterior bajada endurera, por «arrastraderos». Hubo terreno suficiente para todos, y creo que fresco no llego nadie. Y limpito tampoco, porque los caminos están ahora algo secos y llegamos con los rostros totalmente irreconocibles, si no llega a ser por nuestros colores Red Ciclista ni nos ven en la llegada. Siempre se pueden mejorar las cosas y, por eso, como la voluntad es pulir este nuevo formato tanto como sea posible, nos han comentado los organizadores que en la próxima edición quieren optimizar la señalización, ya que hubo algunos problemas menores al respecto, en parte porque vamos ciegos, por qué negarlo.

Una vez que nos reunimos de nuevo todos y tras la necesaria ducha en las instalaciones de la bonita piscina, nos dispusimos a reponer fuerzas con el menú que nos tenía preparada la organización. ¡Y qué bien que entró!, porque después de esos kilómetros a buen ritmo unas patatas con carne saben como el mejor de los manjares.

Sólo quedaba reposar tirados en el césped y hacer el típico balance con los colegas, los clásicos “chascarrillos” ciclistas, verdadera tortura para los acompañantes más ajenos a la práctica ciclista 🙂

Y antes de que se complicase más la vuelta, por aquello de lo transitada que podía estar la carretera, nos volvíamos a casa con una sonrisa de oreja a oreja y con la idea de volver en 2013 si como imaginamos, dado el éxito de la convocatoria, los amigos del KBF repiten.

Y quiero aprovechar para agradecer a los trabajadores de Karacol, muchos de ellos amigos y colegas,  por su excepcional entrega este fin de semana para que disfrutásemos el resto. No hace falta citar nombres, no sea que nos dejamos injustamente a algunos. No es que nos conozcamos de toda la vida ni mucho menos, pero os aseguro que la convivencia ciclista estrecha los lazos entre nosotros en tiempo récord. ¡Únete!